Chile se entusiasma con un posible tesoro oculto de piratas
29/09/2020
Por: Bernardo Veksler
En estos días, la opinión pública chilena se ve cautivada por el aparente hallazgo de un millonario tesoro que se encontraba oculto en la zona insular del Pacífico, que habría sido enterrado por piratas “a principios del siglo XVIII”. Las versiones más atrevidas llegaron a sostener que incluía joyas valiosas como anillos papales y el tesoro de los incas.
El interés de los chilenos se desató “luego de que la empresa Wagner aseguró haber encontrado en la isla Robinson Crusoe tres tesoros -uno de 800 toneladas y dos de entre 30 y 50 toneladas cada uno- valuados en 10.000 millones de dólares, casi el 25% de la deuda externa de Chile” (diario La Nación, Santiago, 29/9/2005).
La historiadora Maura Brescia, que vivió 12 años en la isla y escribió dos libros sobre el lugar, consideró que uno de los sitios donde estarían los tesoros es una zona prácticamente inaccesible y puso en duda el anuncio: "No es habitual entre los cazatesoros lo que hizo el grupo Wagner, que anunció su hallazgo a los cuatro vientos... estas son cosas sigilosas".
Comentó que uno que busca tesoros desde hace varios años es “el norteamericano Bernard Keiser bajo el nombre del tesoro de Ubilla y Echeverría”. Esta fortuna buscada por Keisner no es ninguno de los mencionados, sino que correspondería al de un galeón de Manila y no está documentado.
Brescia descartó que incluya los anillos papales y las joyas del inca Atahualpa. "Son todas mentiras. Lo que sí se está buscando es la famosa Rosa, que algunos dicen que es la de los vientos, que es de esmeraldas, y otros dicen que es la Rosa de Francia."
La historiadora afirmó que “sólo hay documentados un entierro de riquezas y una repartición de bienes. Nada más. En septiembre de 1742, explicó, George Anson capturó un barco español y se apoderó de cofres de oro, joyas y plata. En la bitácora y en la documentación de ese viaje se sostiene que esos bienes fueron enterrados en la isla porque los piratas pensaban regresar, pero nunca lo hicieron.
Mucho antes, en 1686, un grupo de piratas que venía del Caribe había llegado a esa isla y se habría repartido el botín. Muchos de los tripulantes escondieron sus pertenencias allí porque volvían a (la isla de) Robinson Crusoe cada tanto. "Para ellos era como una parada de micro", observa Brescia (op.cit.).
El anuncio de Wagner motorizó toda esta historia cargada de fantasías con algún rastro de realidad.
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