Piratería y terrorismo en Somalia.

Carlos Echeverría

El regreso a Rota de la fragata "Victoria" el pasado 22 de agosto tras cinco meses patrullando aguas del Índico en el marco de la "Operación Atalanta" nos sirve de recordatorio de que aún queda mucho trabajo por hacer en esta zona del África Oriental. Por otro lado, el asesinato por yihadistas salafistas de Al Shabab de 33 personas dos días después en el Hotel "Huna" de Mogadiscio, muriendo algunos de los terroristas como suicidas, refleja cuán difícil, costoso y largo se presenta el conflicto somalí en el que terroristas y piratas son actores simultáneos y, a buen seguro, progresivamente convergentes.

Nuestros efectivos de la "Victoria" dejan atrás un semestre de actividad intensa, muy positiva y a la vez muy frustrante. Frustración por haber tenido que liberar a los piratas que capturaban porque el sistema hasta ahora vigente de procesamiento judicial de los mismos está colapsado. Ello es así porque en él tan sólo Kenia y Seychelles han firmado acuerdos con la UE para mantener a los detenidos en prisión preventiva, juzgarlos y, en su caso, encarcelarlos si son condenados. Eso ha hecho que, tan sólo en nuestro caso, seis detenidos el 24 de marzo, tres el 16 de abril, ocho el 26 de abril y 7 el 4 de agosto hayan tenido que ser devueltos cuidadosamente a las costas de Somalia para que, a buen seguro, volvieran a las andadas estimulados por este triunfo de la impunidad. La intervención de la "Victoria" el 4 de agosto salvó a los 29 tripulantes del carguero químico noruego "Bow Sagac" de caer en manos de los piratas, y a su armador y al propio Estado noruego de haber tenido que entrar en la humillante tarea de negociar, durante largos meses, un jugoso rescate para seguir alimentando con él la maquinaria criminal. Pero nuestros compatriotas que persiguieron a los siete piratas que antes habían ametrallado la cubierta del "Bow Sagac" recordarán con rabia cómo a las 24 horas de haberlos capturado tuvieron que desembarcar respetuosamente a los criminales en un puerto somalí porque nadie había presentado denuncia contra ellos.

Por otro lado, el que el 28 de agosto nuestro avión de vigilancia marítima destacado también en la "Operación Atalanta" haya intervenido para frustrar un ataque pirata contra el mercante de bandera panameña "Caribbean Carrier 1", a 120 millas de la costa norte somalí, es un indicador más y muy reciente de que tal impunidad alimenta los esfuerzos de los piratas, y que aunque esta actividad se ha reducido en los últimos meses en número como afirman nuestras autoridades, seguirá siendo atractiva para muchos. Servirá como un ejemplo más para ello el disfrute de millones de euros - supuestamente 2,7 - por los criminales que secuestraron al "Alakrana" el 2 de octubre de 2009 y mantuvieron retenidos durante meses a sus 36 tripulantes y al propio buque: el Juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz daba el pasado 19 de julio por concluido, por segunda vez, el sumario por este secuestro y tan sólo dos piratas encarcelados en el Módulo IV de la cárcel madrileña de Soto del Real parece que van a cumplir prisión, siempre claro está que reciban condenas firmes en el juicio aún pendiente de celebrar. Quienes secuestraron en marzo al pesquero de bandera keniata "Sakoba", con 17 tripulantes siendo el capitán español, también estarán disfrutando del botín tras liberar su presa el pasado 20 de julio, y hacer ahora un pequeño inventario de esto sirve para recordar cómo sigue partiendo abundante dinero a manos de piratas para, con ello, institucionalizar una forma de vida que seguramente atraerá a cada vez más individuos en la zona.

Mientras todo esto sigue sucediendo en las aguas adyacentes a Somalia, en tierra los yihadistas salafistas de Al Shabab siguen actuando a sus anchas. El susodicho ataque al Hotel "Huna", cerca del Palacio Presidencial y por tanto en una zona supuestamente segura de la capital, costaba la vida en el momento a 33 personas, 6 de ellas diputados, pero éste no es sino un ataque más en el marco de la imparable ofensiva de esta filial de Al Qaida en el país africano. Esta acción terrorista no es sino una respuesta más a la ofensiva lanzada contra Al Shabab por fuerzas gubernamentales y de la Unión Africana (UA) a partir del 1 de julio. En el transcurso de ésta, responsables gubernamentales se vieron obligados a reconocer, el 21 de julio, que algunos miembros de la propia guardia presidencial se habían pasado a las filas de Al Shabab, inquietante noticia ésta para quienes ahora estamos embarcados, en Uganda, en el esfuerzo apoyado tanto por la UE como por los EEUU para formar al embrión de las futuras fuerzas armadas somalíes.

* Carlos Echeverría es Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED .

Fonte: http://www.ateneadigital.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_2825_ESP.asp (03/09/2010)

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