"Volvemos a vivir en una pesadilla"

Los arrantzales que faenan en aguas del Índico temen otra oleada de ataques

Ramon Basaldua

Bermeo. Los arrantzales embarcados en los buques atuneros que faenan en el océano Índico vuelven a vivir una auténtica pesadilla. Tras varios meses de relativa tranquilidad al amparo de los fuertes vientos monzónicos que impedían la salida a la mar de los barcos piratas, la llegada del buen tiempo hace presagiar una nueva escalada de ataques e intentos de secuestro por parte de grupos armados procedentes de Somalia. El ataque registrado por el buque atunero francés Trevignon no ha sido sino la confirmación del comienzo de un nuevo ciclo de ataques piratas tal y como aconteciera a finales del verano pasado.

La tensión es palpable en el sector atunero a pocos días del primer aniversario del secuestro del Alakrana, buque bermeano secuestrado por piratas somalíes el 2 de octubre de 2009 y liberado tras un largo cautiverio de 47 días. "Volvemos a vivir en una pesadilla, pendientes del radar las 24 horas del día ante la posibilidad de registrar algún eco que denuncie la presencia de buques sospechosos. Es un auténtico sinvivir. Vuelven las noches de insomnio" aseguraba ayer el patrón de un atunero bermeano. "Cuando localizas pescado -añadía- tienes miedo de largar la red porque con el aparejo en el agua estás inmovilizado y a merced de los piratas".

A diferencia del año pasado, los buques atuneros congeladores cuentan con elementos de seguridad privada a bordo. Esta medida fue adoptada en octubre del año pasado tras el secuestro del Alakrana. Las empresas atuneras reclamaron insistentemente al Gobierno español la necesidad de embarcar unidades de Infantería de Marina -al igual que sucede en el atuneros franceses- petición que fue rechazada por los responsables de la administración española. Finalmente, los buques atuneros embarcaron agentes de seguridad privada que, hasta la fecha, han logrado repeler todos los ataques piratas registrados.

No obstante, los profesionales del sector atunero continúan reclamando una mayor dotación armamentística para los profesionales encargados de velar por la seguridad de los buques que faenan en el océano Índico. Y es que a pesar de que hace apenas un año el Gobierno español autorizó la utilización de ametralladoras pesadas para luchar contra los ataques e intentos de secuestro perpetrados por piratas somalíes, el Gobierno de Seychelles continúa sin autorizar su entrada en el país.

"Con las ametralladoras que disponen los agentes de seguridad a bordo de nuestros barcos, no se puede evitar que los esquifes piratas se sitúen relativamente cerca del barco. Con las ametralladoras de mayor calibre se lograría una mayor capacidad de disuasión", sentencia convencido un veterano patrón bermeano, pendiente de todo cuanto ocurre en el Índico.

Un problema endémico En Bermeo, puerto base de la práctica totalidad de los buques atuneros congeladores que faenan en el océano Índico, se rebelan ante la posibilidad de que el fenómeno de la piratería se convierta en un problema endémico. "No podemos resignarnos a que salir a la mar sea sinónimo de jugarse la vida. Los organismos internacionales tienen que tomar cartas en el asunto para poner freno a la piratería. Es de sobra conocido dónde se localizan las bases piratas en Somalia y hay que actuar allí, en tierra. De poco vale jugar al gato y al ratón con los piratas en la inmensidad del mar" afirma un arrantzale que se gana la vida en el Índico.

"Es inconcebible -añade- que la mayoría de los piratas detenidos en el mar sean puestos inmediatamente en libertad ante las dificultades para presentar una acusación". La sombra de un posible secuestro planea de nuevo sobre los arrantzales que faenan en el océano Índico.

Fonte: http://www.deia.com/2010/09/21/sociedad/volvemos-a-vivir-en-una-pesadilla (21/09/2010)

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