Los piratas somalíes se acercan a la India
Álex Calvo
El área de operaciones de los piratas somalíes se está extendiendo hacia el este. Esta creciente amenaza para la seguridad marítima india se une al riesgo terrorista y al rearme naval chino, constituyendo una preocupante tríade.
Los piratas se desplazan hacia el este. El asalto al buque bengalí MV Jahan Moni a principios de mes en aguas cercanas a la India ha puesto de manifiesto una vez más el preocupante fenómeno de la expansión territorial de la piratería somalí, que de ninguna forma se circunscribe al Golfo de Adén.
El ataque tuvo lugar a unas sesenta millas de las islas Lakshadweep, bajo soberanía india. Se trata de un archipiélago de 36 islas (10 de ellas habitadas), situadas a unos 200-400 kilómetros del estado de Kerala.
Esta expansión no obedece necesariamente a una mejora en las capacidades logísticas de los piratas, puesto que las distancias necesarias para alcanzar las costas indias son similares a las que separan sus bases de zonas como las Islas Seychelles o Madagascar, donde hace ya años que se suceden los secuestros de barcos.
Sí que se observa sin embargo que al uso de "buques madre", a menudo pesqueros o pequeños cargueros, se suma ahora un creciente uso de los buques víctima como medio de transporte para alcanzar otros navíos.
Posibles motivos de dicha expansión. A qué obedece el ámbito cada vez más amplio de actuación de los piratas somalíes? Podemos al menos apuntar dos causas, más allá del creciente uso ya comentado de "buques madre" y de barcos secuestrados.
En primer lugar, algunos barcos están optando por desviarse de sus rutas habituales, buscando protección en una mayor distancia de las aguas donde son más frecuentes los incidentes.
En segundo, la presión ejercida por las numerosas unidades navales y aéreas desplegadas en el Golfo de Adén los últimos años podrían estar empujando a los piratas a operar en otras aguas.
Qué está fallando? Esta segunda posible causa no nos debería extrañar. Es fácil observar, en cualquiera de nuestras ciudades, cómo un despliegue policial en un barrio, a menudo solamente desemboca en un trasvase de la delincuencia a otro. El delincuente común no busca el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, sino que se limita a mantener un perfil bajo a la espera de su retirada, optando provisionalmente por operar en otras zonas.
Algo parecido ocurre a menudo en la lucha contra la insurgencia, en que operaciones de búsqueda y captura en una zona, detectadas con mucha antelación por el enemigo, solamente tienen como resultado la frustración, a menudo acompañada de víctimas civiles y destrucción de la propiedad, con el consiguiente deterioro de la legitimidad de las fuerzas gubernamentales y en su caso aliadas.
En tierra, ello obliga a racionar el uso de la fuerza, optando por una política más indirecta y gradual, consolidando el control sobre una zona antes de extender la presencia gubernamental a otra colindante, en lo que se suele llamar una estrategia de "mancha de tinta". Entre otros motivos, lo exige la necesidad de garantizar la seguridad de la población al objeto de que proporcione inteligencia a las fuerzas gubernamentales aliadas y la niegue al enemigo.
En el mar sin embargo no hay población civil, lo que simplifica las operaciones. No hay peligro de bajas colaterales y es fácil distinguir entre combatientes y no combatientes. En el mar se puede emplear con el máximo impacto la superioridad tecnológica, incluidos avances como los aviones no tripulados.
Sin embargo es necesario para ello que las instrucciones a las fuerzas desplegadas en la zona sean acabar con la piratería, no ahuyentar a los piratas cuando se acercan a un barco, de manera que puedan simplemente buscar otro objetivo o esperar un día más propicio. Por muchas unidades que se empleen en este teatro, y es evidente que la difícil situación en zonas como el Mar del Sur de la China o el del Este de China limitan el número de barcos de guerra disponibles, es imposible escoltar a todos y cada uno de los cargueros que transitan poraguas de gran importancia comercial como son el Golfo de Adén. En lugar de intentar proteger a todos los cargueros, obviando la máxima militar que afirma que quien defiende todo no defiende nada, ha llegado la hora de aplicar sin remilgos el derecho internacional, procediendo a la neutralización de las naves pirata.
No hay obstáculos legales para ello, solamente políticos. La lucha contra la piratería es precisamente uno de los principios más antiguos del derecho internacional.
Creciente preocupación india por la piratería y el terrorismo marítimo. El ataque contra el MV Jahan Moni no ha pasado desapercibido en círculos de seguridad nacional indios, siendo interpretado como otro toque de atención sobre el grave déficit de seguridad marítima que sufre el país.
Hay que tener en cuenta que no es el primer incidente en lo que llevamos de año en la Zona Económica Exclusiva india alrededor de las islas Lakshadweep. En noviembre hubo dos ataques frustrados.
A la amenaza pirata se une el riesgo terrorista. Por su proximidad al Subcontinente y otras islas, la presencia del Islam como religión mayoritaria, y su enorme extensión geográfica, las Lakshadweep podrían ser una plataforma útil para grupos yihadistas. Tras los ataques contra Bombay (Mumbai) del 2008 se especuló con un posible intento de Lashkar-e-Toiba (LeT) de establecerse en las mismas.
Por ello Nueva Delhi ha aprobado la creación de cuatro nuevas bases de policía costera, equipadas con seis patrulleras, así como el refuerzo de los efectivos de su Cuerpo de Guardacostas en la zona y la instalación de seis radares. Son medidas todas ellas necesarias pero aun no implementadas.
Piratería y terrorismo constituyen pues, junto al rearme naval chino, una tríade de amenazas contra la seguridad marítima india, tríade que es preciso afrontar no olvidando que el terrorismo, aunque visible y molesto, no deja de ser una amenaza secundaria en comparación con el creciente poder militar chino.
Fonte: http://www.ateneadigital.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_3616_ESP.asp (23/12/2010)
El área de operaciones de los piratas somalíes se está extendiendo hacia el este. Esta creciente amenaza para la seguridad marítima india se une al riesgo terrorista y al rearme naval chino, constituyendo una preocupante tríade.
Los piratas se desplazan hacia el este. El asalto al buque bengalí MV Jahan Moni a principios de mes en aguas cercanas a la India ha puesto de manifiesto una vez más el preocupante fenómeno de la expansión territorial de la piratería somalí, que de ninguna forma se circunscribe al Golfo de Adén.
El ataque tuvo lugar a unas sesenta millas de las islas Lakshadweep, bajo soberanía india. Se trata de un archipiélago de 36 islas (10 de ellas habitadas), situadas a unos 200-400 kilómetros del estado de Kerala.
Esta expansión no obedece necesariamente a una mejora en las capacidades logísticas de los piratas, puesto que las distancias necesarias para alcanzar las costas indias son similares a las que separan sus bases de zonas como las Islas Seychelles o Madagascar, donde hace ya años que se suceden los secuestros de barcos.
Sí que se observa sin embargo que al uso de "buques madre", a menudo pesqueros o pequeños cargueros, se suma ahora un creciente uso de los buques víctima como medio de transporte para alcanzar otros navíos.
Posibles motivos de dicha expansión. A qué obedece el ámbito cada vez más amplio de actuación de los piratas somalíes? Podemos al menos apuntar dos causas, más allá del creciente uso ya comentado de "buques madre" y de barcos secuestrados.
En primer lugar, algunos barcos están optando por desviarse de sus rutas habituales, buscando protección en una mayor distancia de las aguas donde son más frecuentes los incidentes.
En segundo, la presión ejercida por las numerosas unidades navales y aéreas desplegadas en el Golfo de Adén los últimos años podrían estar empujando a los piratas a operar en otras aguas.
Qué está fallando? Esta segunda posible causa no nos debería extrañar. Es fácil observar, en cualquiera de nuestras ciudades, cómo un despliegue policial en un barrio, a menudo solamente desemboca en un trasvase de la delincuencia a otro. El delincuente común no busca el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, sino que se limita a mantener un perfil bajo a la espera de su retirada, optando provisionalmente por operar en otras zonas.
Algo parecido ocurre a menudo en la lucha contra la insurgencia, en que operaciones de búsqueda y captura en una zona, detectadas con mucha antelación por el enemigo, solamente tienen como resultado la frustración, a menudo acompañada de víctimas civiles y destrucción de la propiedad, con el consiguiente deterioro de la legitimidad de las fuerzas gubernamentales y en su caso aliadas.
En tierra, ello obliga a racionar el uso de la fuerza, optando por una política más indirecta y gradual, consolidando el control sobre una zona antes de extender la presencia gubernamental a otra colindante, en lo que se suele llamar una estrategia de "mancha de tinta". Entre otros motivos, lo exige la necesidad de garantizar la seguridad de la población al objeto de que proporcione inteligencia a las fuerzas gubernamentales aliadas y la niegue al enemigo.
En el mar sin embargo no hay población civil, lo que simplifica las operaciones. No hay peligro de bajas colaterales y es fácil distinguir entre combatientes y no combatientes. En el mar se puede emplear con el máximo impacto la superioridad tecnológica, incluidos avances como los aviones no tripulados.
Sin embargo es necesario para ello que las instrucciones a las fuerzas desplegadas en la zona sean acabar con la piratería, no ahuyentar a los piratas cuando se acercan a un barco, de manera que puedan simplemente buscar otro objetivo o esperar un día más propicio. Por muchas unidades que se empleen en este teatro, y es evidente que la difícil situación en zonas como el Mar del Sur de la China o el del Este de China limitan el número de barcos de guerra disponibles, es imposible escoltar a todos y cada uno de los cargueros que transitan poraguas de gran importancia comercial como son el Golfo de Adén. En lugar de intentar proteger a todos los cargueros, obviando la máxima militar que afirma que quien defiende todo no defiende nada, ha llegado la hora de aplicar sin remilgos el derecho internacional, procediendo a la neutralización de las naves pirata.
No hay obstáculos legales para ello, solamente políticos. La lucha contra la piratería es precisamente uno de los principios más antiguos del derecho internacional.
Creciente preocupación india por la piratería y el terrorismo marítimo. El ataque contra el MV Jahan Moni no ha pasado desapercibido en círculos de seguridad nacional indios, siendo interpretado como otro toque de atención sobre el grave déficit de seguridad marítima que sufre el país.
Hay que tener en cuenta que no es el primer incidente en lo que llevamos de año en la Zona Económica Exclusiva india alrededor de las islas Lakshadweep. En noviembre hubo dos ataques frustrados.
A la amenaza pirata se une el riesgo terrorista. Por su proximidad al Subcontinente y otras islas, la presencia del Islam como religión mayoritaria, y su enorme extensión geográfica, las Lakshadweep podrían ser una plataforma útil para grupos yihadistas. Tras los ataques contra Bombay (Mumbai) del 2008 se especuló con un posible intento de Lashkar-e-Toiba (LeT) de establecerse en las mismas.
Por ello Nueva Delhi ha aprobado la creación de cuatro nuevas bases de policía costera, equipadas con seis patrulleras, así como el refuerzo de los efectivos de su Cuerpo de Guardacostas en la zona y la instalación de seis radares. Son medidas todas ellas necesarias pero aun no implementadas.
Piratería y terrorismo constituyen pues, junto al rearme naval chino, una tríade de amenazas contra la seguridad marítima india, tríade que es preciso afrontar no olvidando que el terrorismo, aunque visible y molesto, no deja de ser una amenaza secundaria en comparación con el creciente poder militar chino.
Fonte: http://www.ateneadigital.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_3616_ESP.asp (23/12/2010)
Comentários
Postar um comentário