Abocados a los mares de los piratas

Los marineros del 'Nuevo Bacalao' en el Puerto de Motril, justo antes de partir a su aventura en Eritrea. :: IDEAL

La crisis obliga a cuatro barcos de Motril a marcharse a faenar a las costas africanas de Eritrea.

«Así de desesperados tenían que estar los hermanos Pinzones cuando se embarcaron con Colón sin saber ni a dónde iban». El estremecedor comentario sonó en el Puerto de Motril en la despedida de cuatro barcos granadinos que se han marchado a faenar a las costas de Eritrea, un país situado al noreste de África, con una extensa costa en el Mar Rojo. Tanto los marineros como sus familiares se afanaron porque no fuera un día triste, incluso tiraron cohetes en el muelle y los vecinos de los barrios portuarios acudieron a despedir a los 'valientes' en un ambiente de fiesta, pero las lágrimas brotaron de manera inevitable. La partida es especialmente dura en estas fechas navideñas y los familiares aún no se hacen a la idea de que van a estar más de siete meses sin ver a los marineros, que tienen la esperanza de volver a tiempo para celebrar el día su Patrona, la Virgen del Carmen (en julio) en Motril.

A las costas de Eritrea han partido tres barcos de arrastre y uno de cerco, el 'Miguel Rubiño', el 'Blanco Jiménez' y el 'María López' y el 'Bacalao', que llevan a bordo a unos 16 marineros granadinos, muchos miembros de las tripulaciones son padres e hijos. Las madres, esposas y novias se quedaron en el Puerto de Motril, pasando sus peores navidades.

15 días
Y es que, como dice Juanita, mujer del patrón y armador del 'Blanco Jiménez', «no se van por gusto». Se marchan porque la crisis del sector pesquero no les deja mayor opción. La rentabilidad para los barcos que faenan en la Costa granadina ha caído en picado, las capturas están cada vez más esquilmadas y, encima, en el contexto de crisis general el sector ha visto cómo se eliminaban ayudas que lo sostenían, como la de los paros biológicos o la del cese de la actividad.

En estos primeros días de enero -la travesía dura unos 15 días- los marineros motrileños llegarán a trabajar a un estado africano totalmente desconocido para la mayoría de los españoles, Eritrea, de hecho es uno de los países más jóvenes del mundo, ya que se independizó en 1993. Eritrea está en el noreste de África, limita al norte y al oeste con Sudán, al sur con Etiopía y Yibuti y al este el país posee una extensa costa bañada por el mar Rojo. «A donde van no lo hemos visto ni en las películas», reconocen los familiares de los marineros. Y a la incertidumbre de lo desconocido se le une una amenaza: los temidos piratas.

La zona sur del Mar Rojo está considerada como uno de los nuevos posibles objetivos de los mercenarios somalíes, que amenazan una de las rutas comerciales más utilizadas del mundo. Pero las familias no quieren ni oír hablar de piratas. «Ellos no van donde hay piratas eso es más abajo», asegura Juanita en referencia a las costas somalíes y las aguas del Índico, donde se desarrolla la operación Atalanta contra la piratería y donde fueron secuestrados los atuneros españoles Playa de Bakio (en 2008) y Alakrana (en 2009).

También los marineros tratan de reconfortar a sus familias para que no teman por ellos. «Hablamos con ellos por satélite y nos dicen que están bien y nos quedamos más tranquilos», añade Juanita, aunque lógicamente no niega que en casa están pasando la peor Navidad de sus vidas. «Sin ganas se han tenido que ir las criaturas porque aquí de la pesca ya no se puede vivir», resume.

En la Cofradía de Pescadores de Motril, Jacinto, cuñado de otro de los marineros embarcados también señala que esta Navidad está siendo especialmente triste en casa. «Mi mujer lloraba desconsolada cuando vio partir a su hermano Chanchi, que es un muchacho muy casero que no ha salido nunca de Motril», señala.

La amenaza está ahí
«La amenaza de los piratas está ahí, pero hasta que no lleguen y vean lo qué se encuentran no saben donde van, ojalá salga todo bien. Ellos en principio iban contentos porque van a ganar dinero, aquí se lo han pintado bonico», relata Juan Reyes, cuñado de uno de los patrones y tío de dos de los marineros embarcados en el 'Bacalao'. Juan, pescador ahora jubilado, es el que mejor comprende a los que se han marchado y cómo van a sentirse tan lejos de casa. Él también pasó por ahí. Y es que en 1973, Reyes, que entonces tenía la edad de sus sobrinos que ahora se marchan a Eritrea, también se enroló en un barco congelador de Huelva que faenaba en El Congo, donde pasó una temporada de siete meses.

«Me dejé a mi segundo hijo recién nacido y cuando volví el chiquillo que ya andaba corría de mi porque no me conocía. La vida de los que andamos por la mar es así», relata apenado. Juan ha dado consejos a sus sobrinos y les ha advertido que tendrán que ser muy fuertes.

«Yo me tiré tantos meses en apenas 20 metros de cubierta que cuando bajé del barco no sabía ni andar, la mar es muy dura», añade Juan que asegura que «al que quiere poner la jubilación a los 67 años» lo mandaba él con los marineros de Motril, a las costas de Eritrea. «Allí lo metía yo, donde solo viera cielo, agua y gaviotas durante meses». «Mis sobrinos y los demás se marchan por desesperación, para salvar sus barcos y que no se los quede el banco. Si aquí hubieran ganado lo mínimo para pagar las letras del barco, no se hubiera ido ninguno», sentencia.

Fonte: http://www.ideal.es/granada/v/20110103/costa/abocados-mares-piratas-20110103.html (03/01/2011)

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