Firmeza surcoreana frente a los piratas somalíes

Carlos Echeverría

Infantes de Marina surcoreanos liberaban el 21 de enero a los 21 tripulantes del carguero de la misma nacionalidad "Samho Jewelry", secuestrado seis días antes en aguas del Mar Arábigo. Los militares, procedentes del destructor "Choi Young" que persiguió a los piratas durante días y decidió interceptarlos antes de que llegaran a aguas somalíes, mataron a 8 de los secuestradores y detuvieron a 5. Aunque en el pasado otros países habían utilizado en algún momento la fuerza contra los piratas - entre otros, Francia atacó en tierra a los secuestradores del yate "Le Ponant", una fragata india hundió un barco por detectar movimientos sospechosos en su cubierta y comandos SEAL estadounidenses liberaron a un capitán de su misma nacionalidad secuestrado - la demostración de fuerza realizada ahora por Corea del Sur puede sentar un precedente.

A buen seguro que muchos habrán recibido con satisfacción la operación surcoreana, en particular las víctimas de los piratas y quienes los combaten, fatigados unos y otros, tanto por la impunidad con la que aquellos actúan, como por las dificultades existentes para procesarlos, condenarlos y mantenerlos en prisión. Además, la exitosa operación de comando se ha producido al poco tiempo de que diversas instituciones involucradas en la detección y el combate contra la piratería hubieran hecho públicos sus deprimentes informes. La Oficina Marítima Internacional, por ejemplo, ha mostrado en su último Informe cómo los ataques se han incrementado en esta amplia zona, tal y como viene ocurriendo de forma ininterrumpida desde hace tres años: en 2010 se produjeron hasta 445 ataques de piratas - de los que al menos 53 conllevaron la toma de buques de diversas nacionalidades - y 1.181 tripulantes fueron secuestrados. Desde una perspectiva más amplia, la Fundación estadounidense "One Earth Future" hacía público también a principios de año un informe en el que se estiman en entre 5.200 y 9.000 millones de euros al año el coste para la economía mundial de los actos de piratería. Aunque esta no sólo se concentra en Somalia y sus aguas adyacentes, sino que también existe en el Golfo de Guinea, en el Caribe o en el Estrecho de Malaca, entre otros escenarios, es en Somalia donde se manifiesta con más arrogancia. Según "Ecoterra", otra fuente fiable que estudia la amenaza, a 2 de enero de este año los piratas somalíes mantenían retenidos 44 buques con un total de 771 rehenes, perpetuando así su abyecto negocio y desafiando al mundo entero.

Volviendo a la acción surcoreana, los 25 países que tienen desplegadas unidades navales en estas aguas para combatir a los piratas tienen ahí un precedente de lo que se puede hacer cuando hay voluntad política para ello. Recuerdo ahora timoratas declaraciones de responsables políticos de diversos países afectados que, ante cuestiones como el progresivo despliegue naval o el envío en algunos casos de vigilantes privados armados a mercantes y pesqueros presentes en la zona, mostraban como principal preocupación la de que se estuviera "militarizando" el problema o, incluso, que los piratas pudieran alimentar su escalada violenta ante nuestra respuesta. Lo que no hay que olvidar es que los piratas no son los "guardiamarinas" somalíes, como más de un irresponsable los ha calificado, sino delincuentes, torturadores y asesinos. En muchos casos han mostrado una crueldad sin límite, manteniendo a tripulaciones en situaciones espantosas durante meses - sobre todo las originarias de países que no captan la atención mediática o que simplemente no se preocupan por sus ciudadanos - y, en cualquier caso, nos arrancan a todos con su chantaje, fondos que no sirven para desarrollar Somalia sino para alimentar la corrupción, la impunidad, el crimen y, por qué no, también el terrorismo yihadista.

Los españoles tenemos que mantener viva la reflexión sobre esta amenaza, que lo es, aunque en apariencia parezca limitada, y ello no sólo porque estemos de nuevo al mando de la "Operación Atalanta", porque entrenemos a los futuros militares del Gobierno Federal de Transición somalí, o porque hayamos sufrido en el pasado las humillantes experiencias del "Playa de Bakio" y del "Alakrana". Desde fines de diciembre dos compatriotas nuestros están en manos de piratas somalíes: el palangrero "Vega V", de bandera mozambiqueña y faenando para una filial de "Pescanova", fue secuestrado frente al puerto de Beira, y conducido tranquilamente hacia aguas somalíes. En este lúgubre mercadeo sabemos que ni el barco ni la veintena de tripulantes valen demasiado a los ojos de los piratas - Mozambique tiene una economía endeble y estos lo saben - pero los extranjeros no africanos cotizan al alza: los surcoreanos también lo hacían, pero afortunadamente para ellos las reglas del juego han cambiado a partir del 21 de enero.

Fonte: http://www.ateneadigital.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_3832_ESP.asp (27/01/2011)

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