Atalanta no funciona
Se equivocan quienes piensan que la piratería es consecuencia de la pobreza: es al revés, la piratería es causa de la inestabilidad social en la zona, que impide un mínimo progreso económico.
Ni la ONU ni la UE se caracterizan por su capacidad para resolver problemas en el mundo: generalmente los complican, y acaban siendo otros los que los solucionan. Por eso el escepticismo estaba justificado cuando lanzaron en diciembre de 2008 la "Operación Atalanta" contra la piratería en Somalia. Tratándose de ambas instituciones, el escepticismo estaba justificado. Pese a lo que Chacón vendió en España a bombo y platillo, Atalanta nacía con una misión limitada: proteger a los petroleros y grandes buques mercantes procedentes o con destino al Canal de Suez; un área determinada de actuación, el pasillo marítimo utilizado por el tráfico internacional; y una disposición defensiva, destinada únicamente a evitar que los piratas accediesen a los barcos, y no a perseguir y eliminar la amenaza terrorista.
Para acabar con los secuestros, la misión debía ser terminar con la piratería en sí; su área de actuación debía ser la costa, desde Djibuti hasta Kenia; su disposición, ofensiva, de localizar, perseguir y eliminar a los piratas, sus infraestructuras, puertos y barcos. Nada de eso se ha hecho. En vez de esto se ha buscado simplemente salvaguardar mercantes y petroleros, olvidándose del problema general –la existencia de bandas organizadas que ejercen el crimen– para centrarse en una de sus consecuencias, impedir que asaltaran los barcos.
En el caso español, los buques pesqueros estuvieron desprotegidos durante muchos meses, pese a que Chacón estaba informada de cada incidente. Después, confió en que la operación internacional cubriera nuestra seguridad; el resultado, Playa de Bakio y Alakrana. Sobrepasado por los acontecimientos, el Gobierno trató de ampliar Atalanta y autorizó seguridad privada en los buques.
El parón de pasados meses no era por debilidad, sino por el monzón. Así que hoy los piratas siguen dominando tierra y mar. Su voluntad está intacta, y sus bases e infraestructuras, también. En tierra controlan despótica y salvajemente pueblos y aldeas somalíes, convirtiendo el lugar en un agujero infecto de crimen y terrorismo. Se equivocan quienes piensan que la piratería es consecuencia de la pobreza: es al revés, la piratería es causa de la inestabilidad social en la zona, que impide un mínimo progreso económico. Por otra parte, en mar siguen controlando las aguas costeras, se adentran cada vez más en las internacionales y hacen que la única empresa rentable sea el secuestro y el chantaje. Razón por la cual vuelven de nuevo a atacar barcos, no sólo occidentales, por cierto, sino también de empresas somalíes. Sólo por eso, la intervención contra ellos estaría ya justificada.
En las últimas semanas se ha buscado parchear Atalanta, ampliando su radio de acción, sumando más unidades y entrenando a 2.000 policías somalíes. Como hace año y medio, de nuevo Chacón saca pecho ante una iniciativa discutible, timorata e ideológica: la ministro de Defensa siempre ha defendido que la solución está en "tierra", pensando en términos de cooperación y desarrollo. Como esto es imposible, se ha buscado una solución intermedia, entrenar a somalíes para que combatan ellos a los piratas, lo que conlleva más preguntas que respuestas: desde el idioma hasta las costumbres, los medios disponibles y la dirección son aspectos que vaticinan cierto fracaso. El problema es de principios: a los piratas hay que combatirlos en los pueblos y en las playas hasta su desaparición, y la forma más directa de hacerlo es ejerciendo el uso de la fuerza contra ellos. Mientras la comunidad internacional no se decida a ello, seguirá dándole vueltas al asunto sin abordar el origen del problema: tal y como está pensada, Atalanta no funciona.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
Fonte: www.libertaddigital.com/ (14/04/2010)
Ni la ONU ni la UE se caracterizan por su capacidad para resolver problemas en el mundo: generalmente los complican, y acaban siendo otros los que los solucionan. Por eso el escepticismo estaba justificado cuando lanzaron en diciembre de 2008 la "Operación Atalanta" contra la piratería en Somalia. Tratándose de ambas instituciones, el escepticismo estaba justificado. Pese a lo que Chacón vendió en España a bombo y platillo, Atalanta nacía con una misión limitada: proteger a los petroleros y grandes buques mercantes procedentes o con destino al Canal de Suez; un área determinada de actuación, el pasillo marítimo utilizado por el tráfico internacional; y una disposición defensiva, destinada únicamente a evitar que los piratas accediesen a los barcos, y no a perseguir y eliminar la amenaza terrorista.
Para acabar con los secuestros, la misión debía ser terminar con la piratería en sí; su área de actuación debía ser la costa, desde Djibuti hasta Kenia; su disposición, ofensiva, de localizar, perseguir y eliminar a los piratas, sus infraestructuras, puertos y barcos. Nada de eso se ha hecho. En vez de esto se ha buscado simplemente salvaguardar mercantes y petroleros, olvidándose del problema general –la existencia de bandas organizadas que ejercen el crimen– para centrarse en una de sus consecuencias, impedir que asaltaran los barcos.
En el caso español, los buques pesqueros estuvieron desprotegidos durante muchos meses, pese a que Chacón estaba informada de cada incidente. Después, confió en que la operación internacional cubriera nuestra seguridad; el resultado, Playa de Bakio y Alakrana. Sobrepasado por los acontecimientos, el Gobierno trató de ampliar Atalanta y autorizó seguridad privada en los buques.
El parón de pasados meses no era por debilidad, sino por el monzón. Así que hoy los piratas siguen dominando tierra y mar. Su voluntad está intacta, y sus bases e infraestructuras, también. En tierra controlan despótica y salvajemente pueblos y aldeas somalíes, convirtiendo el lugar en un agujero infecto de crimen y terrorismo. Se equivocan quienes piensan que la piratería es consecuencia de la pobreza: es al revés, la piratería es causa de la inestabilidad social en la zona, que impide un mínimo progreso económico. Por otra parte, en mar siguen controlando las aguas costeras, se adentran cada vez más en las internacionales y hacen que la única empresa rentable sea el secuestro y el chantaje. Razón por la cual vuelven de nuevo a atacar barcos, no sólo occidentales, por cierto, sino también de empresas somalíes. Sólo por eso, la intervención contra ellos estaría ya justificada.
En las últimas semanas se ha buscado parchear Atalanta, ampliando su radio de acción, sumando más unidades y entrenando a 2.000 policías somalíes. Como hace año y medio, de nuevo Chacón saca pecho ante una iniciativa discutible, timorata e ideológica: la ministro de Defensa siempre ha defendido que la solución está en "tierra", pensando en términos de cooperación y desarrollo. Como esto es imposible, se ha buscado una solución intermedia, entrenar a somalíes para que combatan ellos a los piratas, lo que conlleva más preguntas que respuestas: desde el idioma hasta las costumbres, los medios disponibles y la dirección son aspectos que vaticinan cierto fracaso. El problema es de principios: a los piratas hay que combatirlos en los pueblos y en las playas hasta su desaparición, y la forma más directa de hacerlo es ejerciendo el uso de la fuerza contra ellos. Mientras la comunidad internacional no se decida a ello, seguirá dándole vueltas al asunto sin abordar el origen del problema: tal y como está pensada, Atalanta no funciona.
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.
Fonte: www.libertaddigital.com/ (14/04/2010)
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